Me encantan los libros, de chico mi mamá me mostraba enciclopedias de animales, teníamos algunos libros de cuentos y quedé un poco traumado hojeando revistas DUDA de esas que hablaban sobre ovnis, yetis o el monstruo del lago Ness. Mas tarde en la prepa me costaba mucho leer los libros que nos encargaban para los examenes de lectura, en aquel entonces eran raras las versiones abreviadas y uno tenía que leerlos entre domido y despierto de cabo a rabo. La verdad no recuerdo mucho de la Iliada, la Odisea o el Ramayana... ó los Poemas del Mío Cid ó el cantar de los cantares. Leer por obligación esos enormes libros para mi resultó una tortura.
Para mi buena suerte esa época termnó con el bachillerato y entonces si tuve que seguir leyendo por obligación libros sobre cuestiones agrícolas pero eso si, casí siempre muy interesantes, pero también por aquella época redescubrí mi gusto por la lectura y me dediqué a buscar novelas que me mantuvieran pegado a sus páginas desde la primera página, y aún aquellas otras que costaba un poco más de trabajo pero que siempre resultaron maravillosas.
Y así como en la película de "Los Soñadores" de Bernardo Bertolucci de 2007, mi sueño y el de varios de mis amigos es tener una casa llena de libros de piso a techo, que ocupen todas las habitaciones y los pasillos, que sea una enorme colección que abarque los temas de nuestro trabajo y también que siempre haya un espacio para nuestra imaginación y tiempo libre, porque hay pocos placeres como leer un buen libro, es aún mejor que ver una película, y que mejor que tener cientos o miles de ellos para lo que se nos antoje leer o consultar en todo momento.
Así leí "El Vampiro Lestat" de Anne Rice, "Soy Leyenda" de Richard Matheson, "El Ocho" de Katherine Neville, "El tambor de hojalata" de Günter Grass ó toda la serie del "Señor de los Anillos". Buscaba libros que pudiera leer de manera rápida y sencilla durante mis trayectos desde la Ciudad de México a Cuautitlán en mi viaje diario hacia la universidad.
Y es por este enorme gusto por la lectura que me nació un muy mal hábito o tal vez debería llamarlo "un placer culposo" que es la curiosidad por conocer que libros habitan los libreros de las casas que llego a visitar por primera vez. No se si sea de mala educación pero a veces de manera muy discreta o muy descarada me gusta ver que es lo que lee la gente que habita la casa que estoy visitando.
Veo sobre que temas leen, cuales he leído, cuales me gustaría leer, como los cuídan, si son libros para los estudios o por puro esparcimiento, veo si estan muy dañados o si los han tratado con respeto... y hasta aquellas colecciones que nunca han sido usadas y estan como mero ornamento.
Así uno descubre que hay personas que han llenado sus casas de libros que tienen que ver con la carrera que eligieron o con su trabajo, les apasiona estarse actualizando y conociendo más y más. Hay otras personas que buscan llenar sus libreros con temas que los hagan soñar y viajar, conocer lugares distantes, hay quienes han heredado libros de amigos, abuelos o de sus propios padres, ó hasta de aquellos hermanos que no se quieren llevar todos sus libros cuando se mudan. Así uno va juntando libros de muy diversos origenes, libros que se regalaron, que se prestaron y que terminaron por quedarse en nuestros libreros.
Pero a veces uno se lleva sorpresas, de pronto uno llega a una casa donde está la Enciclopedia Britanica, nuevecita, todavía con olor a nueva, sus páginas aún sin respirar, libros empastados en piel y letras doradas... algo hay de raro en tanta belleza. Lo cierto es que hay bibliotecas privadas que nunca han sido hojeadas, que están ahí para dar estatus, para generar en las visitas la sensación de que quienes habitan en esas casas son personas cultas, amantes del conocimiento.
Pero si esto a usted le parece descabellado, le parecerá aún mas saber que existen bibliotecas de a "mentiritas". Hace un par de años cuando estudiaba en la Escuela de Artesanías conocí a un ex-alumno que se dedicaba a hacer este tipo de trabajos. Se dedicaba básicamente a generar la ilusión de tener grandes bibliotecas. Su trabajo consistía en hacer cajas de cartón del tamaño de un libro y empastarlas con piel y ponerles letras doradas. Me decía con cierta tristeza "las personas ricas llegan al taller y me encargan tantos metros de libros". Y así el construía enciclopedias enteras, libros de mentira que ocupaban elegantes libreros para generar la idea de estar rodeado de conocimiento. "Es mas común de lo que parece", me decía, "he llenado bibliotecas enteras con libros que solo tienen aire por dentro". Luego de saber esto no supe si reir o llorar.
Pero bueno, el motivo de este post era mostrarles ese gusto raro, ese placer culposo que es conocer que libros estan leyendo mis amigos y la gente que conozco. Hace unas semanas tuve la oportunidad de hacer esto a placer cuando mi amiga Laura, de Creel cambió su librero de su recamara a la sala de su casa. Entonces pude ver libros que ya conocía como la "Canasta de Cuentos mexicanos" de Bruno Traven o "Cazadores de microbios" de Paul de Krui. Vi unos libros que me gustaron mucho de los años 1970´s que traen portadas muy características de esa época y que seguramente eran de los papás de mi amiga, vi libros de su trabajo, de la escuela, pero muchos más de un gusto auténtico por la lectura. De hecho me puse a leer varios de ellos en mis ratos libros al igual que unos muchachos de servicio social de Chapingo que estuvieron con nosotros algunas semanas.
En este momento estoy terminando de leer "Cien años de Soledad" de Gabriel García Marquez, un libro que por algún extraño motivo estuve evitando durante muchos años porque tenía la sensación de que sería un libro pesado de leer y que terminaría abandonando. Pero antes de venir a Chihuahua lo vi en la librería de Gandhi de la calle de Madero en la Ciudad de México y no se que me impulsó a comprarlo. Ahora mismo, aún antes de terminarlo se ha convertido en uno de mis libros consentidos, me llegó mucho, por momentos me parece que habla de gente y lugares que conozco sin que realmente sea así.
Así que si me preguntaran en donde he estado en estos días, tal vez contestaría que he estado en Creel, en la Sierra Tarahumara, en las barrancas de Urique, Guagüeyvo y Güerachi... pero también bastante tiempo en Macondo, y al igual que en Creel, sigue lloviendo.